Aquí y ahora

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Pasan lentos los años, los meses, los días, y el tiempo pesa, ahoga: entre tanta gente nos sentimos solos.

Pero de pronto, un mismo destino orienta las horas, encontramos compañía y una mano invisible ordena nuestro mundo. Dos personas y un mismo rumbo, y el trayecto se aligera porque tenemos con quién afrontarlo, con quién compartir nuestras dudas, nuestros miedos y también nuestras alegrías. Surge un vínculo, un vínculo invisible, y de pronto sobran las palabras, los movimientos se acompasan y avanzamos en perfecta armonía. Nos apoyamos en esa persona para seguir adelante, liberamos tensión y andamos, corremos, saltamos… pero siempre, desde ese primer momento, de la mano. Juntos.